jueves, 27 de diciembre de 2007

¿se puede, la convivencia?

Hoy estuve para variar movilizándome en varias líneas de transporte público en esta curiosa Lima. Casi todo se llevó con la mayor "normalidad". Sin embargo, ya regresando a mi casa el micro en que viajaba estaba muy inestable. Al dar los giros que la ruta le conducía, el carro se movía demasiado. La gente estaba muy tensa, y en su mayoría eran señoras mayores de 50 años. Sentí mucha tensión en el carro. Apenas llegó al cruce con la avenida Bolívar me bajé, arriesgando mi pobre monedero que tan solo tenía 1 sol extra. Pero me dije, "es mejor ir seguro que con la idea de un nuevo accidente". Era muy estresante, todo, el sonido del carro en sí que opacaba todo el espacio, el cobrador corriendo y apurado, el chofer también, maniobrando a la suerte ese timón que nos sujetaba a la ruta.
Me pregunto si estamos poco a poco tomando consciencia de lo perjudicial que es encomendar nuestras vidas a la energía impulsiva de los choferes, o por el contrario, lo estamos asumiendo como parte de nuestro quehacer diario, esa convivencia con las fuerzas de la suerte y peligro de las vías públicas.
A mí me resulta muy difícil desligar a un chofer que maneja rápido y estrepitosamente con el riesgo de tener un accidente. Creo que cada vez más somos un mayor número de gente que alguna vez ha sufrido algún accidente en las pistas de la ciudad.
¿Llegará el día que nos cansemos de toda esta situación? ¿O somos tan pasivos y resignados con nuestros modos de transporte? ¿Habrá algún quiebre en algún momento dado? ¿Qué pasará en 5 años?

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