Hace unos días un amigo me dijo: "¡oye, tu comercial sigue saliendo en la tele! ¡Deberías cobrar regalías!" Yo no le contesté mucho pero luego me puse a reflexionar sobre todo lo que somos capaces de hacer por dinero.
Era el 2007, acababa de llegar de EE.UU. y el poco dinero que había traído en efectivo ya lo había gastado. Todo lo demás lo había traído en bienes, dígase laptop, cámara fotográfica, cámara de video y algunos regalos tecnológicos para mi familia. Venía de haber trabajado duro, en un clima gélido de menos 30ºC y en turnos de tarde-noche donde hace más frío. Cuando llegué a Lima me fui dando cuenta que necesitaba un trabajo para costear mis pasajes y gastos de la universidad y empecé a mandar mi currículum a tantos lugares que ya ni recuerdo.
Un día recibo una llamada ofreciéndome salir en un "spot publicitario". Yo, como no tenía nada que perder, decidí ir y ver de qué se trataba y aceptar lo que fuera con tal de recibir algo de dinero.
Durante varios meses ese tal "spot" salió en señal abierta y muchos conocidos me reconocieron. Lo absurdo del asunto estaba en lo que decía (y hacía) en ese "spot". Me pagaban por simular que era un transeúnte al cual captaban de "improviso" en la calle y me preguntaban si estaría interesado en adquirir su producto: unos zapatos que te hacen ver más alto. Las respuestas que yo daba eran las más cliché y no encajaban con mi forma de ser. Eso quizás era lo más frustrante, verme diciendo cosas absurdas de un modo absurdo a personas absurdas.
Hoy en día esa experiencia me sirve para cuestionar hasta qué punto uno es capaz de hacer cosas por dinero. Espero haber aprendido la lección...
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